USS: La influencia arquitectónica japonesa, ¿llegó para quedarse?
El arquitecto Diego Grass hará un paralelo entre ambas culturas en la conferencia de la Universidad San Sebastián.
A pesar de que las ciudades japonesas se vean alejadas de la realidad chilena, la arquitectura no da un paso al costado y se potencia con la cultura del país asiático.
Por Josefina Martínez
Japón es un país rico en cultura y arquitectura. Sin embargo, al ser parte de Asia, se tiende a comparar y pensar que sus construcciones son similares a las de los demás países del continente asiático. A pesar de estar a miles de kilómetros de nuestro país, existen similitudes y diferencias que los relacionan.
Solo unos pocos se han aventurado en tomar a la metrópolis nipona como inspiración para sus obras. Enrique Brown hizo una pasantía cuando joven y estudió edificios tradicionales; Enrique Walker, a diferencia de Brown, estudió la arquitectura japonesa más contemporánea; y Gustavo Munizaga, estudió con el profesor japonés y premio Pritzker, Fumihiko Maki.
El arquitecto de la Universidad Católica, Diego Grass, quien expondrá en el evento de El Mercurio, “Protagonistas 2030” la conferencia “¿Llegaremos a vivir como lo hacen los japoneses?”, ha realizado 15 viajes a Japón y afirma que hay poca relación de la arquitectura chilena con la japonesa. ¿Será por la lejanía? ¿La cultura?
Grass contextualiza que la arquitectura como tal existe hace no más de 150 años en el país nipón, el mismo tiempo que lleva Chile formando arquitectos. Antes de eso, Japón acumulaba una tradición de carpinteros, ya que el principal material de construcción era la madera. “La palabra arquitectura se ocupa para programación, no para el diseño de edificios”, dice Grass.
Desde esta mirada, el arquitecto remarca que, pese a lo que pensamos y creemos por las imágenes que hemos construido a partir del cine o la televisión, existen diferencias importantes entre la arquitectura chilena y japonesa, lo que se explica también lo diferente que son ambas culturas.
En primer lugar, la manera en cómo la gente se instala a vivir en las ciudades de Japón, como Tokio, es muy distinta a los chilenos. Según Diego Grass, eso puede explicar las razones del corto ciclo de vida que tienen casas y edificios. “Una casa puede estar 35 años como promedio erguida, después la demuelen y construyen otra, entre otras razones, porque la economía crece más rápido, la gente construye en sitios arrendados, o porque el impuesto obliga a que la vivienda se venda una vez que se hereda. Eso hace que las personas vivan en casas nuevas”, afirma.
En Chile, aclara el profesor de la USS, esto cambia y lo que se hace, principalmente, en nuestro país es renovar o remodelar. “Se pueden renovar fácilmente porque están construidos para durar más tiempo. Esa manera de construir la ciudad, y la vivienda en particular, es muy distinta”, dice.
Por otra parte, el uso de espacios en los hogares o edificios no es privado y unifuncional, sino que públicos y multifuncionales. Para Diego Grass, en Chile hay un tema de funciones muy segmentadas.
“Por ejemplo, en este lugar se duerme, en otro lugar se come, en este espacio se va al baño, el aquel espacio se cocina, etc. Versus que en Japón en el mismo lugar van pasando muchas cosas. Como, por ejemplo, en el living, después cocinan, después duermen, después reciben visitas. Entonces los lugares son más multifuncionales, y quizás el público privado va oscilando dependiendo del día”, diferencia el arquitecto.
Con respecto a la formación de ciudades, Diego Grass opina que, tanto en Chile, como en Japón, la arquitectura de buena calidad es excepcional. ¿Se pensó para que fuera así? ¿Se estudió la ciudad?
Sobre esto, el arquitecto UC afirma que la gran parte de las ciudades chilenas están hechas por defecto, sin mayor consideración urbanística, sin mayores consideraciones de arquitecturas. “Son bien al lote. En Japón son un poco mejor, porque la gente es más cuidadosa, pero las metrópolis en todos lados son un desastre”, concluye Grass.
Otra de las diferencias que resaltan entre Chile y Japón es las ciudades niponas no tienen diferencias sociales tan marcadas. “Japón no es un país tan rico como pareciera ser, pero una ciudad mucho más homogénea. La clase media es muy pareja, es muy grande, versus acá, donde tienes gente viviendo en condiciones bastantes malas y el resto viviendo como en Europa”, dice.
A lo anterior, se suma que la ciudad y forma de vida en Japón todavía está impactada por los efectos de la II Guerra Mundial. Mientras en Chile, las ciudades son manejadas o administradas por las municipalidades, en Japón, quien tiene el control, es la policía entonces, ni siquiera se permiten grandes aglomeraciones de público en las calles.
“El Estado es más policial en el sentido de cómo administra el espacio público y eso va en contra de su lógica de utilizar el espacio público. Es más controlado por la policía, es más limpio, y hay más cosas prohibidas en el espacio público”, explica.